20 noviembre 2017

MORRA DEL BUITRE Y TORNAJUELOS I (Sierra Seca)

A pesar de la acuciante sequía que padece España, más si cabe, en nuestro ya de por sí, árido sur, hay que ver lo bonita y singular que nos parece siempre la sierra de Castril. No hay otra igual. Su orografía resulta inconfundible y empaparse las retinas con su áspero, quebrado, solitario paisaje, atesora para mí, propiedades hipnóticas, relajantes. No voy a decir somníferas porque si en el transcurso de la ruta te quedas atontolinao, embriagado en la contemplación del paisaje, a ver como te las apañas para llegar al tejado del Parque Natural Sierra de Castril, que al contrario de lo que puedan pensar algunos, no se halla en el pico Empanadas (2106 m) sino en la llamada Morra del Buitre, también denominado Mojón Alto, en los 2141 metros, al que llegaremos partiendo de los mil ciento y pico en el Cortijo del Nacimiento. Un desnivel acumulado nada desdeñable, que sobre todo, en la primera parte del camino, nos exige un esfuerzo constante hasta llegar a la parte más elevada y despejada de sierra Seca desde la que se nos ofrecerán a partir de aquí, unas panorámicas en verdad magníficas. Travesía de recogimiento e introspección, ideal para entregarse a la meditación. En fin, le tenía ganas a la sierra de Castril pues hacía ya muchas lunas que no volvíamos por aquí, y por ello, indagué a ver qué recorrido podía serme el más indicado para armonizar disfrute del paisaje con moderadas dosis de exigencia física, y que además, estuviera exento de pasos conflictivos que nos pudieran poner en apuros a la Viky y a mí. Así pues, nos decidimos por un itinerario que estuviera por debajo de los veinte kms, y que por ello, nos permitiera tener garantías de cerrar el círculo en buena hora y así metimos en el gps, una vez más, un track del amigo alsamuz, que a día de hoy, tiene más de 340 rutas compartidas en Wikiloc, a cual más interesante y mejor descrita. Un lujo, tener disponible a este gran cicerone de las montañas del sur, que como buen faro marinero, guía con milimétrica precisión, el atento paso del montañero. Al final del recorrido, alsamuz propone hacerle una visita al nacimiento del río Castril, que nosotros obviamos por haberlo visitado e ilustrado ya en repetidas ocasiones. Decir por último, antes de dar paso a la sucesión de imágenes que tienes ante si, que por desgracia, también asistiremos al ocaso y posterior defunción de nuestro insigne Agapito Malasaña, el guardián de la montaña, que tras una nueva ventolera de aire, volvió a partirse en dos, y allá que lo dejamos, decapitado pero incólume para el ejercicio de su esencia, verdadera razón de ser que no es otra que la de salvaguardar con su influjo benefactor, todas esas montañas y caminos de Dios. Que el susodicho tenga a bien acogerlo en su seno.   
Como se puede observar en el trazo amarillo, desde el inicio del camino es todo subida, hasta llegar a la cuerda de Sierra Seca en la Morra del Buitre.
Comenzamos a caminar flanqueados por los altos farallones de las sierras circundantes. Vista hacia las espectaculares cerradas aledañas al barranco de Túnez, que se pueden disfrutar desde el cortijo del Nacimiento. En este, me encontré que ya no se puede dejar el coche en cualquiera de los intersticios bajo los tubos. Han fijado unos pequeños troncos de madera en posición vertical, en cada uno de estos huecos, delimitando con cadenas, un pequeño espacio entre la propiedad del cortijo y los tubos donde se nos permite estacionar el coche.
Primeras vistas hacia el bonito valle de Castril
El típico paisaje de la sierra nos parece familiar pero no por ello menos apetecible. De hecho, es lo que venimos buscando.
Ya hemos realizado suficientes excursiones por entre esta agreste, casi salvaje orografía castrilense para no saber que quedaremos una vez más, prendados con el mágico influjo que nos transmite.
También, por la experiencia de otras veces, sabemos ponerle nombre a los rincones que ante la vista se nos ofrecen. Ello supone un plus para el goce de los sentidos. Desde nuestra posición, entre otros puntos de interés, observamos el pico del Buitre (2021m) y las suaves lomas que conforman el paraje del cortijo de la Puerca, situado sobre un rodal de tierra de labor, reconvertido ahora en una bonita pradera donde suelen pastar unos caballos. Tengo fresca en la memoria la preciosa ruta en que los ilustré.
Paraje en que se halla enclavado el cortijo de la Asperilla, presidida su fachada por un manzano y un grueso almendro.
Bello rincón con un chopo solitario que nos invita a fotografiarlo. También podremos abastecernos de agua en esos tornajos si es que no la hubiéramos traído de casa.
Desde aquí obtenemos unas vistas grandiosas, bucólicas, muy relajantes hacia el valle de Castril, el pico del Buitre y sus inmediaciones.
He aquí el ubicuo Empanadas que tendremos a la vista durante toda la ruta. Este gran coloso, es compartido por el parque natural de Cazorla, Segura y las Villas (Jaen) y el de Castril (Granada). Es el pico más elevado de la sierra jiennense pero su cara más espectacular mira hacia tierras granadinas.
El paraje de la Puerca.
Picos del Buitre y Sierra Nevada
Veleta, Mulhacén, etcétera.
Una vez dejado atrás, el cortijo de la Asperilla, la senda propiamente dicha desaparece, y ora por trochas, ora campo a través, iremos evolucionando con más o menos exigencia física según la intensidad que pongamos en el empeño de recortarle metros a la cima. En todo caso, desde la falda por la que subimos la vamos acechando en todo momento. Sin embargo, las miradas a nuestra espalda son constantes pues el paisaje es cada vez más vasto y extraordinario.  
Como diría el filósofo, la percepción de la belleza depende de los ojos de quien la mira.
El refugio de Viñas por el que pasaremos a nuestra vuelta
Disponer de una aceptable forma física nos permite recuperar pronto el aliento, disfrutando del paisaje en toda su magnitud.
Cuando todo en tu ser se confabula para en armonía y cadencia, entregarse a la recepción visual que nos brinda la naturaleza, cuando ese momento tiene lugar, se llega a lo divino, a lo excelso, a lo que supera nuestra propia capacidad para saber ponerle nombre.
Pero esa apoteósis, ese delirio, esa exaltación de los sentidos no depende exclusivamente del que pueda emanar del reflejo pupilar sino también del aroma, del viento, de la temperatura, de tu estado físico, anímico y espiritual de ese momento. De lo que no se puede expresar en una fotografía. Si tiene lugar esa sintonía perfecta, esa simbiosis entre todos los ingredientes en juego, se llega a eso que llaman el súmmun de lo sublime. Algo cursi si se quiere pero en todo caso, lo más parecido a lo que yo entiendo por vivir un momento de intensa y auténtica felicidad. De lo que se deduce que esta no hay que buscarla fuera sino dentro de nosotros mismos, y que resulta relativamente fácil y barata obtenerla.
Desde aquí, una buena panorámica del paraje de la Puerca
La sierra de Castril nos depara siempre sensaciones grandiosas.
Tiene ese algo especial que atrapa, que atrae, que hipnotiza.
Inmensa soledad la que inspira este aparente desierto pétreo.
FINAL PRIMERA PARTE

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