29 junio 2017

POR EL RÍO BOROSA EN LA SIERRA DE SEGURA II

Seguimos pista hacia adelante, mientras notamos que el pulular de personas, cada vez se va clareando más. Atravesamos Huelga Nidillo y atisbamos a nuestra izquierda lo que pudiera ser un acceso al emblemático tranco del perro que desde esta vertiente conduce a la cumbre de las Banderillas. No descarto en el futuro, practicar nueva exploración por estos pagos.
 Al poco de atravesar esta zona, siempre por pista, llegamos a la central hidroeléctrica de los Órganos. Aquí tenemos disponible, aparte de un buen lugar para descansar y remojarse, una hermosa fuente de fresca agua donde repostar nuestros bidones. A partir de aquí, comienza seguramente lo más espectacular y por ende, lo más montañero y exigente de esta bonita ruta senderista. Los saltos y las pozas de agua para bañarse se irán sucediendo en nuestro avanzar, a la par que rampas de respetable desnivel nos irán acercando cada vez más a los túneles de los Órganos. El calor y la asfixia consecuente, en los tramos más encajonados se nos hará abrumador, y es por ello que los baños en las pozas se nos antojarán sublimes, de un placer sensorial que rozará el clímax.
 Junto a esta valla se inicia el sendero que nos llevará hasta la laguna de Valdeazores, subiendo los 367 metros de desnivel que nos quedan por cubrir para llegar al límite de nuestro track y volver sobre nuestros pasos. Por las paredes del espectacular picón del Haza, que se atisba al fondo, vemos descender la tubería que conduce el agua a las turbinas.
En este tramo, y a las 14:45 horas de la tarde, ardía Troya o por mejor decir, en la ruta del Borosa hasta se asaban los pajaricos. Alcanzabas a personas en verdadero estado de shock. Casi al borde del paroxismo, sin una sombra en varios cientos de metros a la redonda donde cobijarse si una indisposición repentina les amenazara con dejarles exangües. Son turistas de poca o nula forma física que se embarcan en aventuras para las que no estan preparados. Me encontré a dos mujeres, una de ellas con evidentes síntomas de haber sido visitada por el tío del mazo, lamentándose amargamente de la encerrona que les había preparado el organizador de la excursión. Trescientos escasos metros para llegar al espléndido salto de los Órganos nos separaban, y me temo que no fue capaz de conocerlo.
Estos sin embargo, andaban sobrados. Súbditos ingleses con aspecto de sexagenarios, que estarían acostumbrados a las largas caminatas. Hicieron buenas migas con Viky. La mujer chapurreaba español y me vino a expresar que le sorprendía que una caniche con tanta melena y el calor que hacía, aguantara tan bien la romería. Yo le contesté que para tal catalogación nos faltaba el santo, el jamón y el vino de Bullas y ella, con cara de desconcierto me respondió: "sorry, my no comprenndeeee"...
Llegados a este punto, me tomo la licencia de utilizar otro sublime fragmento de la obra de Enrique A. Marín Fernández, para describir lo que nos vamos a encontrar a continuación: Cascadas de considerable salto se suceden en el Borosa, aunque la mayoría de ellas están muy encajadas para ser visibles desde la vereda. Un poco más arriba, por los apabullantes tajos del picón del Haza, una cascada salta a nuestra izquierda. Sus 170 metros de caída le hacen ser una de las más altas de España. Dado que su caudal no es permanente, aconsejamos la primavera o los momentos de deshielo para poder admirarla. Como el terrible acantilado por el que se descuelga, está volado sobre el vacío, el agua en su caída pierde contacto con la pared y su blanco velo se dispersa en el aire con la brisa. Por la tarde, el sol consigue hacerla brillar, destacando enormemente en el paisaje. Impactados por semejante manifestación de la naturaleza, continuamos el ascenso disfrutando de las cascadas del Borosa, cada vez más cerca de nosotros. La mayoría de ellas presentan cómodos miradores a los que resulta fácil acercarse para poder gozar del siempre hipnótico fluir del agua. Una de ellas ofrece, además de un notable salto, la que quizá sea la mayor poza de los ríos del parque: un verdadero estanque cuya profundidad es difícil de calcular, pero a la que podemos atribuirte muchos metros sin temor a equivocamos. El color de sus aguas no dejará de asombramos. El camino zigzaguea entre altas paredes que reverberan el poderoso estruendo del rio. Finalmente, arribamos a las proximidades del último escalón que el Borosa se ve obligado a franquear. Entre los abrumadores tajos del picón del Haza y las paredes no menos elevadas de la Lancha Pilatos, el rio despliega la mayor de todas sus maravillas: el salto de los Órganos. A pesar de tener una considerable altura (60 o 70 metros de caída), su mayor belleza es el gran caudal que desaloja. No obstante, desde que se construyó la central eléctrica, solo brota con pujanza tras periodos húmedos o épocas de deshielos.
Cinto de la Higuera
Debajo, la central hidroeléctrica
Picón del Haza.  
El verano está claro que no es la mejor época para disfrutar de los monumentales saltos de agua que se originan por aquí y mucho menos este año que apenas ha llovido. Por eso me esperaba encontrar unas raquíticas cataratas por las que bajara un apenas  pulverizado hilillo de agua. Pero tuvimos suerte, y a pesar de los registros pluviométricos tan adversos que parece reinan de momento en la zona, en el salto de los Órganos bajaba el suficiente caudal para al menos poder admirar la gran belleza que atesora el paraje. He indagado un poquito por internet, y muestro el aspecto que adoptan estos mismos rincones, cuando las lluvias han sido frecuentes, y el líquido elemento, mana por este territorio, en torrente y por doquier.
Introduciéndonos en la garganta del Borosa
Nuestros circunstanciales amigos británicos, seguidos a escasos metros de Viky
El sonido del crepitar del agua y las cascadas serán nuestros compañeros de viaje durante buen trecho de este fantástico recorrido.
Verticales paredes que apabullan
Impresionante cascada con poza olímpica de ensueño
Imposible no probarla y consagrar el cuerpo diciéndose, aquí he sido bautizado y bendecido por las aguas de este celestial destino que guía mis pasos...
A la vuelta nos regalaríamos un chapuzon glorioso
Costaba alejarse de aquí
Desde arriba de la cascada. No quería asomarme mucho al voladizo no fuera que por hacer una foto, hiciera también la última. 
Las paredes del picón del Haza
Abandonamos con pesar el lugar para buscar la cascada de los Órganos
A esta también le daríamos cumplida ofrenda, pero a la ida, para atacar frescos, el duro repecho que teníamos por delante para subir a los túneles.
Por esa lisa pared discurren los túneles, circulares respiraderos los delatan, aunque aún no vemos por dónde se accede a ellos. Desde lejos, esta pared que forma una especie de terraza que a su vez da paso al pico del Picón del Haza, nos parecía diminuta, ahora sin embargo, nos resulta inmensamente alta y todo lo infradimensionan, haciéndonos sentir insignificantes a quienes nos hallamos al pie de su impresionante mole.
El salto de los Órganos, otra gran obra de ingeniería de la naturaleza, cincelada por el discurrir de las aguas a través de milenios
El lugar produce el éxtasis visual y sensorial más absoluto
Las gotas pulverizadas que atemperaban el cuerpo al acercanos, convertían el rincón en un verdadero oasis en el corazón del infierno
FINAL SEGUNDA PARTE