05 febrero 2016

CUERDA DE LAS ALMENARAS II (RIÓPAR)

              
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Subida exigente la de esta bella Almenara caliza, de contorno blanco, esbelto, espectacular...
Allá en lontananza, sobre la cima, se puede divisar un cuerpo aparentemente estático, todavía no identificado
Aunque ya va adquiriendo forma humanoide
Se trataba de Joaquín, un ocasional montañero albaceteño, elocuente, simpático, comunicativo, enamorado del mundo de los vehículos todoterreno (off road). Desde el minuto uno de la conversación que mantuve con él, parecióme que nos conocíamos de toda la vida.
Y estos los cuatro guapos y encantadores riopeños que junto con el albaceteño nos hicieron pasar a la Viky y a mí, un rato verdaderamente agradable en su compañía. De este inopinado encuentro queda fiel reflejo en el corte de video incorporado antes. Como les decía a ellos, los caminos del destino son inescrutables.
Aún me quedaban diez kilómetros para completar el círculo de que constaba el recorrido, y como tenía pensado aprovechar la coyuntura para darme una vuelta por Riopar Viejo y en todo caso, llegar a buena hora a casa para ver el fútbol, no pude entretenerme más y aunque la compañía nos era muy grata, no tuve más remedio que despedirme y continuar la marcha.
Finalmente decidimos completar la cuerda que sí contemplaba el track de alsamuz
Llegando en descenso casi al otro extremo de la cuerda de las Almenaras, desde cuyo lugar, se pueden apreciar unas vistas de la cima coronada antes y panorámicas en derredor verdaderamente magníficas. Vale la pena completar el recorrido a que nos invita alsamuz, total es media hora más.
Tras el descenso, tomándonos un descanso en estos tornajos de agua fresca y transparente
Indicaciones rústicas hacia la Lagunilla
Andamos un pequeño trecho por esta pista para abandonarla al poco y a la altura de una maltrecha fuente que llaman del Pino de los muchachos, cogemos una extraordinaria senda a nuestra derecha que más parece una aterciopelada alfombra que ayuda a descansar y recobrar nuestros triturados pies. Gracias a la información brindada por J. Antonio Pastor, conozco que estoy pateando el GR66 y que el hilillo de saltarinas aguas que me acompañan a mi derecha durante gran parte del recorrido corresponden al arroyo de las Espineras. Este sendero es para apagar la música y abandonarse, disfrutándolo con los cinco sentidos. 
La senda está muy marcada y no tiene pérdida. Llegamos por fin a una carretera que hay que alpargatear durante algunos cientos de metros. Aquí el track del ciezano sigue por la carretera; el del ceheginero se desvía por una senda hacia la izquierda. Decido seguir este último porque para un senderista, el asfalto jode las rodillas y se come las vibram que da gusto.
En un paraje de apacible soledad que desprende aroma pastoril a raudales, hablo con la Viky y decidimos tomarnos un receso para reponer fuerzas, rodeado de bellas florecillas silvestres. Entre mordisco al bocata y trago de agua, capturamos estas bonitas macros.
FIN SEGUNDA PARTE

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