12 febrero 2012

SIERRA DE LAS CABRAS (ALBACETE)

Hacía ya algunas semanas que el amigo Jose Paco y yo habíamos quedado en hacer, cuando se pudiera, una rutica juntos. El miércoles pasado me llama para proponerme, darnos una vuelta por la sierra de las Cabras. Pero no la de Caravaca, sino la de Albacete.
¡Cáspita, me ha leído el pensamiento, me viene que ni pintada la propuesta pues a esta rutica montañera ya hace tiempo que le tengo ganas. Así que, no me lo pienso ni dos segundos.
—    ¡el viernes o el sábado me llamas para confirmar y el domingo, si el tiempo no lo impide, nos vamos de marcha...!

Él acude con su grupo de siempre, amigos de Barranda, que como nosotros, han encontrado en esto del senderismo, un modo eficaz y ameno de mantenerse en forma y al mismo tiempo, deleitar la vista, disfrutando de la naturaleza.
A su vez, invito a mis ínclitos amigos, esto es, Juan y Eloy, por si tuvieran a bien acompañarme en tan sugerente aventura.
Y estos, que se apuntan a un bombardeo, y más si de machacar el chasis se trata, pues no ponen pegas, faltaría más. Y yo encantado de la vida, dando por hecho, que con gente así, la armonía y camaradería, reinarán en todo momento.
Habíamos quedado a las siete y media en el bar del Paraíso, de Barranda, de modo que, media hora antes, quedo yo con los míos.
Eloy, con su más que acreditada puntualidad inglesa, estaba a las siete menos algo, como un clavo, tocando discreta y suavemente, la puerta de mi casa. Pero venía con cara de circunstancias, por no decir de auténtico acojonamiento.
—    ¡La hostia nene...en mi casa (vive a las afueras de Cehegín) DIEZ GRADOS BAJO CERO!
¡La cañerías...congeladas!
¡Me he tenido que lavar la cara en una palangana, a la vieja usanza, con agua de Almaciles...!
¡Que no nos pase nada por ahí...!
¡Nos quedamos tiesos como un carámbano...!

—    ¡No será la cosa para tanto, hombre...ves?, menos cuatro grados marca el coche, si casi me dan ganas de irme en pantalones cortos, que sabes tú que luego sale el sol y te da por sudar, en fin, vamos a por el tío Juan que debe estar con la Nana esperándonos...

La sierra de las cabras se encuentra en esa cuña que la provincia de Albacete hace entre las ídem de Murcia, Granada y Jaén.
Ha sido una mañana realmente hermosa, apasionante y también, por qué no decirlo, dura, cruel y despiadada.
No tanto por el recorrido, que aunque exigente, se subía sin mayores problemas sino por el gélido frío, que combinado con el intenso viento, producían una sensación térmica, en verdad, aterradora.
Afilados cuchillos se nos incrustaban en la cara a cada vaivén del viento...navajas punzantes nos cortaban las manos.

La deducción es simple...si en el restaurante “GRAN RUTA” de EL MORAL, a las nueve, estaban a menos diez grados, es razonable pensar, que en lo alto de la sierra de las cabras (2084m) podíamos estar tranquilamente a menos quince, que unido al fuerte viento reinante, podían equivaler a menos veintitantos...echarle un vistazo a este enlace, que explica algo que nosotros esta mañana hemos experimentado muy jodidamente bien...lo de la sensación térmica.
Detrás de aquella muela, al amparo del viento, en la que hemos tomado un tentempié, el frío se podía aguantar, pero salir al descubierto, y quedarse tieso era casi un instante.
Hemos jugado con fuego, por mejor decir, nos la hemos jugado porque Tony, al que tanto le dolían las manos, comenzaba  a manifestar una clara señal del primer síntoma de congelamiento…

“Las partes expuestas al frío, cursan de forma curiosa, con una primera fase de intenso dolor y enrojecimiento, para más tarde dejar de doler y comenzar a cambiar de color hacia el blanco, y más tarde al negruzco, junto con la insensibilidad de la zona afectada...”

Ahora comprendo que hicimos muy bien en no tentar al diablo, no hacernos los valientes. Coronar con mucho esfuerzo y evidente riesgo el techo de Albacete, la sierra de las cabras a 2084 metros donde no existe vértice geodésico y dejar para otra ocasión el pico de la Atalaya, a 2079 que sí lo tiene y que, caso de habernos obstinado en alcanzarlo, hasta puede que alguno hubiera fenecido en el intento, yéndose a reunir con el abominable hombre de las nieves, donde quiera que pueda hallarse ese pánfilo peludo.

Así que, amigos míos, en la montaña, tonterías las justas que hoy hacía un frío del copón bendito.
¡Y yo en leotardos, con un pasamontañas de lana de mi abuela y con guantes del Decathlon a euro y medio el par...toma castaña!
¡A base de estacazos aprende el burro!
Claro que, ahora que lo pienso, gato con guantes no caza ratones, ni fotógrafo con guantes retrata Mojantes...ni la Sagra, ni al tío de la vara, ni al tonybarranda que estuvo a punto de dejarse las manos en la sierra las cabras...

Bueno, sin más dilación ya, pasamos a explicar en imágenes, la audaz y temeraria ruta de hoy.

Al llegar a la fuente de la Carrasca, el coche marcaba menos siete grados. La gente no parecía reflejar en su rostro demasiado entusiasmo, y sí una encogida actitud de canguelo, algo así como un: "Si lo sé no vengo..."
Pero los paisajes ya resultaban muy prometedores...
Comenzamos la ruta...
La inconfundible silueta de la Sagra y la luna...
Un corral de ganado, aprovechando una cavidad natural del terreno
Continuamos la ascensión, bien marcada con mojones, como se puede apreciar en la imagen...
Empinada subida...
Tomando un descanso para aligerar vestuario...
Juan, acostumbrado al As de Copas, esta subida se le antojaba un repechujo de poca monta.
JosePaco, siempre firme y sereno ante lo escarpado del terreno
La Sagra, siempre dominando el paisaje en derredor...
Imagen curiosa de Antonio, cuatro brazos mejor que dos...
Juan y Eloy, este último haciendo ímprobos esfuerzos en chupar de la teta de su mochila con infructuosos resultados por habérsele congelado el agua...
Departiendo...
Blas y Tony
Eloy y Josepaco
Todos parecían quedarse embelesados con el paisaje...

Antonio, encaramándose a esa molata...
Hacía un viento terrible y resultaba peligroso escalar por esas rocas, pero este parecía una cabra...
A partir de aquí, comenzaba lo bueno.
Haciendo un breve inciso para salir a la intemperie...allí donde el viento azotaba sin piedad.
Reanudando la marcha...
Tapados hasta los ojos...
Aquí, tremendo lo que estaba cayendo...
Dirigiéndonos al punto más elevado de la sierra de las cabras...
Al fondo, el Pico de la Atalaya, que dejamos para mejor ocasión...
Blas no sentía las piernas.
Pese a que estaba aterido de frío, y comenzaba a sentir las manos como algo extraño, de madera, ajeno a mi cuerpo...aún tenía la suficiente presencia de ánimo para admirar el bello paisaje que se ofrecía ante mí...
Tony, intentando insuflar a sus manos, un poquito del calor de su aliento...
Aquí, resguardados del viento...intentando recuperar fuerzas para atacar el punto más alto de la sierra de las cabras...
 Decidimos comer algo antes de salir al álgido infierno...si nos atrapa con sus glaciales garras, que por lo menos nos pille con el estómago lleno. Juan, también con las manos de trapo.
Pero sonriente pese a todo...
El tío de la vara...
...conquistando cuanta cordillera se le pone por delante.
Ese motor perkin, inasequible al desaliento, que funde los plomos del más pintáo...
Blas, tomando la sabia decisión de no arriesgar a quedarse congelado como un mammut...
 Salimos echando leches pa la cima...en la foto de abajo se puede apreciar el apresuramiento de esos intrépidos senderistas que parecen pensar...¡esto es tarea, cuanto antes vayamos, antes volvemos...!, y a fe mía que ha sido una carrera contrarreloj.
¡Oh, qué minutos más intensos, más duros, más jodidos hemos pasado de camino a la conquista del techo de Albacete...!
No hemos aguantado más que tres fotos...estábamos al límite de entrar en fase aguda de hipotermia.
Aquí hacía una rascaaaaaaaaaaa...que más que hombres parecíamos estatuas...
¡...echando virutas pal refugio...!
El Tío de la Vara, incombustible y sin perder la sonrisa.
La enésima captura de La Sagra.
Juan, con la sagrada montaña al fondo...
Ha pasado el peligro y se nota alivio en el rostro...pero mirad el hielo producido por el aliento de mi amigo Josepaco...y bien mirado, así de cerca, más parece un atractivo tuareg del desierto que un entumecido a la par que intrépido senderista de Barranda.
Regresando hacia territorios menos hostiles.
Por fin a resguardo del inclemente viento.
 Comentando "las jugadas más interesantes" de nuestra particular odisea.
Blas, en primer término y al fondo, Tony, contrito de dolor; no estaba el hombre como para pedirle fuego...bastante tenía con el que le despedían sus manos.
Nuestro amigo Juan, como siempre, sereno ante el peligro.
Una piedra bonita y muy peculiar utilizada para ornamentación. Ágata, variedad del sílice, con franjas de colores.
Continuamos el descenso...
Breve pausa en el camino para tomar unas fotos...
Este de arriba (Antonio) parecía como herméticamente cerrado y de una sola pieza...muy compacto.
Aquí en esta zona había caído mucha nieve. Se puede observar a la profundidad que se clavan los bastones. No creo que para Viky, supusiera gran problema el frío reinante, pues ella pareció en todo momento andar en su salsa.
Continuamos bajando...
Un traspié sin consecuencias y el compañerismo de que hace gala Blas.
El espinazo de algún extinto bicho...
Otra breve parada en el camino...
Fuente de la Carrasca...
Sobran los comentarios...
Nos contaba Antonio una preciosa historia de Estrella, una perrita que perdió en Mojantes, y que anduvo extraviada, en paradero desconocido durante más de dos meses. Hasta en cuatro ocasiones subió la sierra con la esperanza de encontrarla, pero con resultado baldío. Dando por hecho que la perrita perecería de hambre y de frío y que los buitres darían buena cuenta de ella, al cabo de dos meses, alguien le avisó de que la había visto por Archivel...y en efecto, salió en su búsqueda, y al poco la encontró, extenuada, casi en los huesos, pero viva y coleando al fin y al cabo...emocionante imaginarse las vicisitudes, las aventuras, las calamidades que tuvo que vivir el animal en pos de reunirse con sus dueños. Juan dice que, cuando a alguien le suceda algo parecido y pierda su mascota, que deje alguna prenda en el lugar del extravío, que tarde o temprano, el animal la localizará sin separarse de ella hasta que la recupere su dueño. Interesante enseñanza, sin duda.
Como interesante ha resultado ser esta ruta, que a mí particularmente me ha gustado mucho. Finalmente, tuvimos que desistir de completar el recorrido que inicialmente teníamos programado, por simple sentido común. El frío se hizo en algunos momentos insoportable, y por muy bien pertrechado que fuera uno de ropa de abrigo, el viento gélido traspasaba como un puñal, toda textil protección.
Cuentan que el famoso general Douglas MacArthur, se convirtió en 1941, durante la II Guerra Mundial, en comandante en jefe de las fuerzas americanas en extremo oriente. Ante el ataque japonés que se produjo poco después, se vio obligado a retirarse, refugiándose en Australia. (1942). De ese momento data su famosa promesa de recuperar Filipinas, que se convirtió en un lema de guerra para los aliados: “Me voy pero volveré”.
Eso haremos nosotros, a no tardar mucho, con la sierra de las cabras; abandonamos pero VOLVEREMOS...
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS!

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